Mis ámbitos de trabajo
¿En qué puedo ayudarte?

Todos estos problemas podemos abordarlos en la consulta de manera INDIVIDUAL, EN PAREJA O FAMILIA.

Siendo conscientes de las dificultad de conciliación y el valor que le damos a nuestro tiempo, cada vez son más los/as que optan por las sesiones Online. Es por ello, que te doy la posibilidad de realizar tu proceso terapéutico tanto de manera PRESENCIAL COMO ONLINE.

Palabras clave:

Todos/as hemos podido sentir ansiedad en algún momento de nuestra vida (ante un examen médico, en una entrevista de trabajo, conduciendo, etc.). En estos casos, la ansiedad es una respuesta adaptativa y normal, que nos hace reaccionar y estar alerta ante un peligro.

Sin embargo, en ocasiones esta respuesta es desproporcionada o aparece en situaciones en las que normalmente no aparecería, haciendo que interpretemos esta situación como una amenaza errónea.

Otras veces, la ansiedad es la respuesta de nuestro organismo ante un malestar que existe en nuestra vida y al que no le hemos prestado atención. En este caso, la ansiedad no es el problema, sino el síntoma de algo más profundo.

Sea cual sea el caso, cuando la ansiedad se instala en nuestras vidas es importante poder abordarla y disponer de herramientas para conocerla y gestionarla.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que conlleva un sentimiento persistente y continúo de tristeza y pérdida de interés.

No podemos confundirlo con los cambios del estado de ánimo que experimentamos todos los seres humanos en algunos momentos de nuestras vidas, como un duelo, la pérdida de un trabajo o una ruptura de pareja, ya que en estos momentos en natural sentirse triste.

La tristeza es un velo que nos empaña la vida y la hace gris. Mientras que en la depresión ese velo se vuelve negro y nos impide seguir adelante.

El duelo proviene de la palabra dolor. Lo experimentamos los seres humanos cuando perdemos algo o a alguien y es un proceso que requiere tiempo y trabajo personal.

No solo sufrimos un duelo cuando fallece alguien, también lo experimentamos cuando perdemos un trabajo, nos mudamos de ciudad o rompemos una relación de pareja.

No todas las personas son capaces de superar solo/as este duelo. Algunas necesitan de un/a profesional que les ayude a gestionar los sentimientos, recolocar a la persona/hecho perdido o transitar por las diferentes etapas del duelo.

Pese a ser una proceso universal en todos los seres humanos, la intensidad y duración del mismo, será proporcional al significado y a la dimensión de la pérdida, necesitando entre 6-12 meses para poder superarlo.

¿Quién no ha experimentado estrés en alguna ocasión?, las demandas laborales, la dificultad para conciliar vida personal, profesional y familiar, las exigencias de perfección, etc.,.

El estilo de vida actual nos empuja a vivir permanentemente estresados/as. En cierta medida, el estrés es necesario para activarnos ante situaciones que así lo requieren y responder de una manera rápida y eficaz. Sin embargo, un estrés continuo y mantenido en el tiempo en nuestras vidas, es la puerta de salida para enfermedades psicosomáticas o para la ansiedad.

Ser capaz de parar y recolocar nuestras prioridades, es un trabajo difícil que en ocasiones necesita cuestionar los cimientos de nuestra vida.

Los seres humanos somos seres sociales, esto es, necesitamos del contacto con los/as otros/as. Hay personas a las que les es fácil hacer amigos/as, conectar con la gente o entrar a formar parte de un grupo. Sin embargo, para otros/as supone un verdadero sacrificio iniciar o mantener una relación en cualquier ámbito (amigos/as, familia, trabajo, etc.).

Características de personalidad, inseguridades personales, baja autoestima, experiencias negativas o miedo al rechazo suelen estar detrás de este problema.

“Decir No” no es tarea fácil. Muchas veces nos ocurre que priorizamos las necesidades de los/as demás por encima de las nuestras, o simplemente aún siendo conscientes de que una situación es injusta para nosotros/as, no somos capaces de decírselo a la otra persona y accedemos a hacer algo que no queremos (por ejemplo, cuando tu compañero/a te pide que le cambies el turno de trabajo, tu amigo/a que le prestes tu mejor vestido, o tu madre que vayas a su casa a comer todos los fines de semana dejando de hacer con ello, lo que realmente te apetece).

En estas situaciones, cuando nos armamos de valor y decirnos que no, nos sentimos culpables. Por eso, es indispensable que aprendamos a poner límites. Esto no quiere decir que actuemos de manera egoísta, se trata de saber priorizarnos y respetarnos a nosotros/as mismos/as, dejando claro lo que deseamos o no deseamos soportar.

La pareja, al igual que los seres humanos, pasa por diferentes etapas. En todas ellas pueden aparecer conflictos provocados por problemas de comunicación, diferencias en la expresión del amor, desgaste en la convivencia, diferentes estilos educativos con los/as hijos/as o problemas sexuales.

Incluso una pareja sana, en ocasiones no dispone de las herramientas adecuadas para abordar estas cuestiones. Este malestar se enquista en nuestras vidas y acaba afectando al resto de ámbitos, como las relaciones con los/as hijos/as, el trabajo e incluso el ocio. La terapia de pareja ofrece un espacio donde abordar todas estas cuestiones y encontrar puntos de encuentros desde los que solucionar estos problemas.

En la vida tenemos que estar constantemente tomando decisiones para las que no siempre nos sentimos lo suficientemente preparados/as (cambiar de trabajo, elegir una formación, comprometerme con una pareja, ser padre o madre, etc.).

Esta incertidumbre nos genera un enorme malestar ya que queremos tomar una decisión con la certeza de saber que estamos haciendo lo correcto. Partiendo de la base de que el error forma parte la vida y que nunca sabremos a priori si estamos acertando o no con una decisión, con la ayuda terapéutica es posible disminuir esta inseguridad y afrontar estas decisiones de una manera más sana y normalizada.

La autoestima hace referencia a un constructo muy complejo que incluye como nos vemos, nos valoramos, nos sentimos y nos respetamos a nosotros/as mismos/as. Esto a su vez, incide en la manera de relacionarnos con los/as demás, con el mundo y con las otras personas.

A una persona con una alta autoestima le será más fácil afrontar retos o críticas, aceptar el fracaso, iniciar nuevas relaciones, poner límites a los/as demás y en definitiva, transitar por la vida.

Es por eso que es un ámbito de trabajo fundamental para una buena salud mental. Esta autoestima se va formando y modificando a lo largo de nuestra vida, influida por múltiples factores, aunque la etapa de la infancia tiene un peso fundamental en su formación, influida por la percepción de nosotros/as mismos/as que nos trasmitan nuestras figuras de apego, como padres, madres y educadores/as. La buena noticia, es que es posible modificar y fortalecer nuestra autoestima con el trabajo terapéutico.

El trauma emocional es una herida psicológica provocada por un evento negativo altamente estresante para el que no estamos preparados/as ni disponemos de recursos adecuados para manejarlo en el momento que sucede (una agresión sexual, una catástrofe natural, un accidente de tráfico, bullyng, etc).

En otras ocasiones, la situación traumática no se muestra como un hecho puntual, sino mantenido en el tiempo de una manera más sutil o sibilina (padres/madres excesivamente exigentes, no habernos sentido queridos/as, escuchados/as o protegidos/as durante nuestra infancia, una enfermedad grave, una operación, una caída, cambio de residencia, etc).

En todos estos casos la persona no pudo procesar adecuadamente este hecho, provocando que el recuerdo de esas situaciones quede almacenado en su mente, y active sus síntomas ante situaciones del presente.

Es decir, la persona en el presente revive los síntomas del pasado ante situaciones que aparentemente no tendrían que provocar este malestar. Esto genera un enorme malestar con uno/a mismo/a, así como sentimientos de vergüenza, culpa, miedo, baja autoestima y, un nivel muy alto de ansiedad que puede llevar a intentos de suicidio. La terapia EMDR trabaja este trauma de una manera respetuosa y eficaz.

Son relaciones insanas que causan un enorme malestar psicológico a las personas implicadas, aunque en muchas ocasiones, pese a estar inmersas en ellas, no son capaces de identificarlo, terminando normalizando esta forma de relación y justificando las conductas.

Las relaciones tóxicas no son exclusivas de las parejas; también se puede dar entre amigos/as, compañeros/as o familiares. En el caso de la pareja, suelen están asentadas en pensamientos idealizados sobre el amor, o en mitos del amor romántico (el amor todo lo puede, la media naranja, etc.).

En muchas ocasiones, detrás de una relación tóxica suele haber unos perfiles de personalidad; esto es, una persona que ejerce el papel de dependiente y otro/a el de tóxico/a. Tomar conciencia de estar inmensos en este tipo de relaciones, es el primer paso para salir de ella. Posteriormente, a través de la terapia se trabajarán los límites, la autoestima, las ideas realistas y sanas sobre las relaciones, etc.

La crianza de los/as hijos/as suele ser uno de los mayores motivos de inseguridad y conflicto entre madres y padres. Ponernos de acuerdo con respecto a un estilo educativo, establecer un sistema de normas y límites, acordar unas rutinas o gestionar los enfados o rabietas, son aspectos que ocasionan mucho malestar a las familias.

Uno de los aspectos fundamentes que abordamos en la terapia es reflexionar sobre nuestra propia de historia de vida, ya que muchas veces de manera inconsciente tendemos a repetir los modelos desde los que nos educaron nuestro propios padres o compensar por el otro extremo, aquello que añoramos de nuestra infancia.

Tras eso, el acuerdo entre ambos progenitores es fundamental, para establecer un marco común desde el que avanzar en esta difícil tarea.

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